
"Campo de refugiados de Lesbos: la crisis en la frontera de la UE" *CONTENIDO DE SOCIOS*
Cuatro años después de la firma del acuerdo entre la UE y Turquía, la situación de los refugiados en las islas griegas es peor que nunca.
El régimen fronterizo de la UE dicta que los solicitantes de asilo deben permanecer aquí hasta que se procesen sus solicitudes. El nuevo Gobierno de derechas no permite que los refugiados sean trasladados a campamentos en el continente para esperar la resolución, lo que ha provocado la sobrepoblación de las islas.
El campo de refugiados en Moria, diseñado para 3.500 personas, alberga en la actualidad a más de 20.000. El hacinamiento, la insalubridad y la inseguridad se ven agravadas por la pandemia de coronavirus, que produce un escenario verdaderamente peligroso para la vida de miles de personas.
La mayoría de los refugiados no tienen espacio en el campamento de refugiados oficial, por lo que viven en tiendas de plástico construidas por ellos mismos fuera del recinto. Para las mujeres es aún peor. Ni siquiera se atreven a ir al baño sin temor a ser asaltadas.
A mediados de febrero, el Gobierno griego comenzó la construcción de cinco nuevos campos de refugiados en las islas. Los residentes locales, enfurecidos con Atenas y Bruselas, paralizaron todo el archipiélago durante varios días de huelga general. Salieron a las calles en masa y se enfrentaron con la policía antidisturbios que el Gobierno envió desde Atenas. Cansados de la negligencia de Bruselas y Atenas, los residentes locales bloquearán a toda costa la construcción de nuevos campos de refugiados o la expansión de los ya existentes.
El 29 de febrero, Turquía anunció que ya no evitará que los refugiados abandonen su territorio, como una forma de presionar a la Unión Europea para que apoye su guerra en Siria. El impacto de esta decisión se sintió inmediatamente en las playas de Grecia.
Nada más producirse el anuncio, el número de botes con refugiados que llegaban a tierras griegas aumentó significativamente. Los residentes locales realizaron bloqueos en las carreteras para evitar que los refugiados recién llegados fueran transferidos al campo de refugiados de Moria. Grupos organizados de racistas intentaron evitar el desembarco de refugiados a través de insultos y amenazas.
La extrema derecha está tratando de explotar políticamente el descontento local, llevando a cabo ataques contra refugiados, trabajadores humanitarios y periodistas. Lo que alguna vez fue el ejemplo de una tierra solidaria se ha convertido en un lugar donde los voluntarios que ayudan a los refugiados tienen miedo de ser reconocidos.
Redfish habló con refugiados, residentes locales, activistas, abogados y autoridades sobre sus necesidades, sus demandas, sus miedos y sus esperanzas.

Cuatro años después de la firma del acuerdo entre la UE y Turquía, la situación de los refugiados en las islas griegas es peor que nunca.
El régimen fronterizo de la UE dicta que los solicitantes de asilo deben permanecer aquí hasta que se procesen sus solicitudes. El nuevo Gobierno de derechas no permite que los refugiados sean trasladados a campamentos en el continente para esperar la resolución, lo que ha provocado la sobrepoblación de las islas.
El campo de refugiados en Moria, diseñado para 3.500 personas, alberga en la actualidad a más de 20.000. El hacinamiento, la insalubridad y la inseguridad se ven agravadas por la pandemia de coronavirus, que produce un escenario verdaderamente peligroso para la vida de miles de personas.
La mayoría de los refugiados no tienen espacio en el campamento de refugiados oficial, por lo que viven en tiendas de plástico construidas por ellos mismos fuera del recinto. Para las mujeres es aún peor. Ni siquiera se atreven a ir al baño sin temor a ser asaltadas.
A mediados de febrero, el Gobierno griego comenzó la construcción de cinco nuevos campos de refugiados en las islas. Los residentes locales, enfurecidos con Atenas y Bruselas, paralizaron todo el archipiélago durante varios días de huelga general. Salieron a las calles en masa y se enfrentaron con la policía antidisturbios que el Gobierno envió desde Atenas. Cansados de la negligencia de Bruselas y Atenas, los residentes locales bloquearán a toda costa la construcción de nuevos campos de refugiados o la expansión de los ya existentes.
El 29 de febrero, Turquía anunció que ya no evitará que los refugiados abandonen su territorio, como una forma de presionar a la Unión Europea para que apoye su guerra en Siria. El impacto de esta decisión se sintió inmediatamente en las playas de Grecia.
Nada más producirse el anuncio, el número de botes con refugiados que llegaban a tierras griegas aumentó significativamente. Los residentes locales realizaron bloqueos en las carreteras para evitar que los refugiados recién llegados fueran transferidos al campo de refugiados de Moria. Grupos organizados de racistas intentaron evitar el desembarco de refugiados a través de insultos y amenazas.
La extrema derecha está tratando de explotar políticamente el descontento local, llevando a cabo ataques contra refugiados, trabajadores humanitarios y periodistas. Lo que alguna vez fue el ejemplo de una tierra solidaria se ha convertido en un lugar donde los voluntarios que ayudan a los refugiados tienen miedo de ser reconocidos.
Redfish habló con refugiados, residentes locales, activistas, abogados y autoridades sobre sus necesidades, sus demandas, sus miedos y sus esperanzas.